Como arquitecta y, recientemente, apasionada por la
gestión de restaurantes y plantas de alimentos productivos, he tenido un sinfín
de proyectos y retos donde el diseño
es la mejor herramienta para solucionar, planear y exponer las necesidades y/o
prioridades de cada espacio.
Con cada propuesta de diseño se crean innumerables posibilidades, conceptos y expectativas
y, puedo afirmar por experiencia, que no siempre los problemas expresados por el
cliente son causados por la falta de espacio.
Distribuir correcta y funcionalmente un espacio de
trabajo requiere total conocimiento del proceso interno y es allí, donde generalmente, está la
falencia, debilidad o desconocimiento por parte del cliente.
No basta con disponer de un espacio destinado para la
cocina o área de producción, es fundamental conocer a fondo cada parte del
proceso y prever de antemano, sus posibles crecimientos puesto que no se diseña
o proyecta para una necesidad inmediata, sino que ‘’pensar en grande’’ evita
sobrecostos e inconvenientes futuros cuando su empresa demande éste tipo de
intervenciones.
Es decir, proyectar una remodelación u obra nueva de su
espacio representa un gran porcentaje de la inversión y más vale tener previsto
la mayor cantidad de variables para anticiparse y no cometer errores evitables.
Además, la infraestructura de su empresa no es un ítem
aislado o independiente. Está tan relacionado con su actividad principal que
puede generar cuellos de botella en la operación y acarrear pérdidas sin ser
detectadas oportunamente.
No permita que la cocina o área de producción se
conviertan en la ‘’parte trasera’’ de su empresa; aquella que nadie ve y por
ende, nadie cuida o vigila. Procure estar atento a ellas y gestionar desde el interior, pues sólo así logrará diferenciarse y
ser competitivo.